El barrunto del callejón vino a pedirme cuentas,
ignorancia descuidada que vocifera la desdicha,
un quebranto asomado ante la promiscuad,
revolcones, me ahogo y se avecina.
No tengo tiempo pa’ explicarte la resonancia
de mi puta vida, entre mal de amores y maltrechas
neuronas lo que me queda es un soplo de agonías.
Y hay de aquél que se sumerja, no hay patrón que se lea,
no soy libro pa’ análisis ni vertedero de noches a medias,
descuida el paso ante la ramera.
No tengo limosna pa’ compartir, mucho menos
besos de menta, lo que habita deshabito y no
se retoma con un vente que voy.
No es un grito de elocuencia, no es un llamado
a la tregua, no me importa tu benevolencia,
me arrastro desnuda ante la presencia.
No codicies mis entrañas sin haber copulado mis
raíces, permíteme redoblarme pautada en
la sombra; hélice del eclipse.